Carlosolpe escribió:
Según el reportaje parece que la caída en el coeficiente intelectual es debida a la exposición a los disruptores,
Aunque sea cierto que por esa causa haya una caída del cociente intelectual medio de la población, creo que deben existir otras causas que lo hagan caer en mayor proporción.
Al menos en España, con la excusa de que haya más gente culta, cada vez se prepara a los estudiantes para un menor nivel de conocimientos. Es como si los atletas de ahora se preparasen para batir marcas y competir en torneos de menor nivel que los de hace una década, a cambio de que haya un mayor número de deportistas. Y supongo que el nivel de conocimientos de una sociedad, de alguna forma también repercute en su CI.
Lo mismo ocurre con la abundancia de información. La tenemos ahora tan a la mano, que ni siquiera desarrollamos la capacidad de buscarla, filtrarla y analizarla. Eso por no hablar del tiempo que dedicamos ahora al ocio pasivo, que muy poco desarrolla, sino que tiene a atrofiar, nuestras capacidades intelectuales.
Dicho lo cual, y sin pretender restar ni una pizca de interés al efecto perjudicial que puedan tener estas sustancias, hace unas semanas estuve hablando de este mismo tema con un grupo de colegas que es muy beligerante contra estos disruptores endocrinos y las industrias multinacionales químicas que los usan y producen. Tres de estas cuatro colegas estaban aprovechando el descanso laboral para fumar.
Creo que hay que poner cada cosa en su sitio. Está bien que conozcamos el peligro de todas las sustancias. Pero a la hora de actuar para mejorar la salud general, debemos incidir en las que tienen mayor impacto y mayor probabilidad de producir daño. Atacar todas a la vez resta esfuerzo contra las más eficaces.
El argumento de que para evitar los efectos secundarios, incluso por precaución cuando son poco constatables, debemos renunciar a los notables efectos primarios, no suele resultar muy convincente.
Un saludo